divendres, 30 de març del 2012


Si a ti tonta enamoradiza, a ti que te enamoras de cualquier cosa, que conociste al imbécil nº 543897, y siempre dices "este sí, ¡el mejor!" y ¿qué haces? dejas el móvil encendido 24 horas al día esperando que te llame y si tienes que hacer otras cosas te aguantas. Durante una semana te vistes como una reina, crees ciegamente que te va a llamar y sonríes por cualquier estupidez con cara de tonta, te pones perfume a diario y te peinas cada 5 minutos, porque tú sabes que te va a llamar, y suena el teléfono y la sonrisita sale de tu cara y miras la pantalla con la misma cara de tonta y sigues esperando porque no es él, pero no te importa, pero como ves que pasa el tiempo y no te llama ¿qué haces? Lo llamas y no contesta porque está haciendo las cosas que tú no hiciste por esperar su llamada, y todavía no te conformas, le mandas un mensaje y te dices "¡este no falla seguro que lo lee!" y ahí te quedas esperando a que le de la puñetera gana de contestártelo y todo para que el subnormal no tenga saldo, pero tú le entiendes piensas que al llegar a casa te habrá mandado un e-mail. Y subes a tu casa corriendo, y enciendes el ordenador para ver el e-mail que creíste que te mandaría pero no hay ninguno, ni siquiera de las cadenas de maldiciones... y te enfadas, más bien te encabronas... le insultas y le dices todas las barbaridades que sepas a los 4 vientos, y ¿qué haces? te dices a ti misma "a este no le contesto nunca, se va a arrepentir toda su vida" y ...suena el teléfono y ahí está el mensaje que esperaste TODA la semana, ahí parpadeando la pantallita y ¿qué haces? LE CONTESTAS. ¿Estás tonta? ¿sabes lo que te va a pasar? te va a decir que estuvo ocupado, que se tiró toda la tarde estudiando, que estaba entrenando, que tenía un parcial, que no durmió en toda la semana por estudiar, que se le olvidó el móvil en casa de un amigo, que lo apagó un rato, que no tenía cobertura... y claro, le vas a creer y ¿sabes por qué? Por tonta, por estar ciegamente enamorada de él. Fue un error enamorarte, amiga. Y quedas con él y esperas su llamada por la noche para que te pregunte cómo has llegado, y esperas un rato largo y así mil veces y ¿sabes por qué? Por tonta, por pensar que cambiaría, por no decir ¡basta ya!, ¡hasta aquí hemos llegado!

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